Que levante la mano quien no halla tenido nunca un apretón, de lo que sea, da igual. A mi me dio uno de tripas en el autobús, me fui por la pata abajo, no pude aguantarme, la vergüenza fue terrible, el olor también. En este caso los pillados, a pesar de buscar un buen refugio detrás del muro de las lamentaciones, tuvieron la misma suerte que yo, fueron pillados por el culo. Salvando las diferencias claro está.