Otro año más en la línea de enfrente. Otro año más, asesinando mentiras ancestrales. Otro año mas viendo mis entradas capilares reluciendo su poco a poco desgaste
Otro año más, sentado placidamente al borde del balcón de las banalidades. Sucumbiendo al tedio. Aguantando la parsimonia. La película pornográfica de los sentimientos. El mantel prostituido. La venta de hiel a granel y a domicilio. La hora de los miserables, brindando por los ausentes. Sentados frente al mismo guiso de vísceras y reproches. De despedidas ajustadas en el lecho de los abismos. Bienvenidos a la nada de todo
Otro año más, sentado placidamente al borde del balcón de las banalidades. Sucumbiendo al tedio. Aguantando la parsimonia. La película pornográfica de los sentimientos. El mantel prostituido. La venta de hiel a granel y a domicilio. La hora de los miserables, brindando por los ausentes. Sentados frente al mismo guiso de vísceras y reproches. De despedidas ajustadas en el lecho de los abismos. Bienvenidos a la nada de todo
Bienvenidos al cielo protector de limosnas televisadas con caras de plástico reciclado y sonrisas fabricadas a destajo para la ocasión. Hoy, mañana o pasado.
En este tiempo de liturgia y pez espada. En estos días de miga de oro y Chanel, Los Sin Nadie nos escondemos por temor a la epidemia. La misma del año anterior. La misma del próximo, si no la borramos de los calendarios.
La limosna de los Dioses es vuestra. Es el pago. El elixir. El calmante y el sedante a vuestros sueños imposibles.
Expongamos la tara en el patíbulo o la plaza y vendamos su Cinecienta. Comencemos a mover conciencias en nombre de la solidaridad. Es la hora del pavo y la zambomba. Un momento único para hacer caja.
En este tiempo de liturgia y pez espada. En estos días de miga de oro y Chanel, Los Sin Nadie nos escondemos por temor a la epidemia. La misma del año anterior. La misma del próximo, si no la borramos de los calendarios.
La limosna de los Dioses es vuestra. Es el pago. El elixir. El calmante y el sedante a vuestros sueños imposibles.
Expongamos la tara en el patíbulo o la plaza y vendamos su Cinecienta. Comencemos a mover conciencias en nombre de la solidaridad. Es la hora del pavo y la zambomba. Un momento único para hacer caja.
Miremos al jurado telefónico en retos de subasta y cartón piedra y veamos como suben las limosnas de los mas pobres y como suben al pedestal a la marquesa de Chorra pelada, por donar la dentadura postiza de su bisabuela y el bate de béisbol de un amante americano de los años veinte. En estos días de limosnas y navajas, se agitan gargantas pidiendo que no se cierre la boca del gusano, para que las ratas no mueran de frío. En estos días de nieve en spray y guirnaldas de plastilina, la mantequilla y el aceite se unta sin piedad a cualquiera que pase al tanatorio de los juguetes rotos.
Salgamos a la calle a por el oro rojo que da vida, muerte o pandemia. En tiempos de limosna y campanadas las venas se muestran mas abiertas. Y el reguero hace su traslado.
Hagamos por un instante de Celestina. Convoquemos en las plazas y los jardines un acto de fe y buena conciencia y rasguémonos las vestiduras en nombre de la vida. Escondamos los insultos en condones de colores, y besemos la sotana de la ira y el pulpito, en el nombre del padre. Bebamos en el cáliz manchado de historia y sequemos las huellas con la palabra santa
Los Sin Nadie intentamos seguir siéndolo. Por eso en estos días, nos adentramos en los túneles más profundos, para no escuchar los sonidos del silencio que corta y que mata, a la hora de los abrazos sin fuerza. Nosotros no deseamos deseos a nadie a la hora de las burbujas Freixenet. Somos así. Entupidamente, una minoría en aumento relativo. Cada año nos hacemos notar, sin dar la nota. Solo por no seguirla, Y nos crucifican como posesos. Como lugartenientes de La Bestia. ¡ No ! .
Me niego un año mas. Un siglo mas. Una Era mas. A soportar esta mentira a medias. Este sainete de miradas que juegan a la ruleta rusa en cada despedida.
Yo. yo estoy al otro lado. En lado de los fuegos las brasas y los acentos. De los de mesa. De los de caldo caliente palabras y silencios. Yo soy de los otros. De aquellos que huelen a pan y a sueño. Yo soy de la orilla. Yo soy del castaño y el camino. Yo soy de los otros. Soy de los humildes. De los que se acurrucan debajo de cualquier sombra o se guarecen debajo de cualquier puente De los que saben quien eres al fumar un cigarrillo. Yo soy de donde hay un río, como decía Silvio. Y ahora navego por sus aguas, hasta que pase el temporal. Hasta que muera la ultima vela. Eso nos anuncia, que podemos regresar al filo de las navajas.
Salgamos a la calle a por el oro rojo que da vida, muerte o pandemia. En tiempos de limosna y campanadas las venas se muestran mas abiertas. Y el reguero hace su traslado.
Hagamos por un instante de Celestina. Convoquemos en las plazas y los jardines un acto de fe y buena conciencia y rasguémonos las vestiduras en nombre de la vida. Escondamos los insultos en condones de colores, y besemos la sotana de la ira y el pulpito, en el nombre del padre. Bebamos en el cáliz manchado de historia y sequemos las huellas con la palabra santa
Los Sin Nadie intentamos seguir siéndolo. Por eso en estos días, nos adentramos en los túneles más profundos, para no escuchar los sonidos del silencio que corta y que mata, a la hora de los abrazos sin fuerza. Nosotros no deseamos deseos a nadie a la hora de las burbujas Freixenet. Somos así. Entupidamente, una minoría en aumento relativo. Cada año nos hacemos notar, sin dar la nota. Solo por no seguirla, Y nos crucifican como posesos. Como lugartenientes de La Bestia. ¡ No ! .
Me niego un año mas. Un siglo mas. Una Era mas. A soportar esta mentira a medias. Este sainete de miradas que juegan a la ruleta rusa en cada despedida.
Yo. yo estoy al otro lado. En lado de los fuegos las brasas y los acentos. De los de mesa. De los de caldo caliente palabras y silencios. Yo soy de los otros. De aquellos que huelen a pan y a sueño. Yo soy de la orilla. Yo soy del castaño y el camino. Yo soy de los otros. Soy de los humildes. De los que se acurrucan debajo de cualquier sombra o se guarecen debajo de cualquier puente De los que saben quien eres al fumar un cigarrillo. Yo soy de donde hay un río, como decía Silvio. Y ahora navego por sus aguas, hasta que pase el temporal. Hasta que muera la ultima vela. Eso nos anuncia, que podemos regresar al filo de las navajas.