Las ciudades paren una historia de la puta vida en cualquier momento, da igual la ciudad, el país o la parte del planeta en que se sitúe una ciudad.Esta es mi historia, y Bilbao, mi ciudad.
Actualmente vivo a veinte minutos de Bilbao si viajo en metro, lo hago cada día de Lúnes a Viernes. El metro de mi ciudad, es elegante y el último grito en estructuras modernas ¡¡ Somos de Bilbao ¡¡ ya saben..
Pero si usted sufre de cagalera crónica o a ha tomado un café de esos que saben a borra y leche quemada en cualquier tasca no habitual ¡¡ ni se le ocurra viajar en metro ¡¡ es tan ¨moderno¨ que no existen WC.
Todavía sigo sin entender porque los artífices de tan majestuosa obra, no vieron la necesidad de instalar servicios a tantos metros bajo tierra. Por eso si le da un apretón ¡¡ jódase ¡¡. Cáguese en la madre que parió al diseñador. O cáguese sin más. No le queda otra.
Viajar en metro a las mañanas es como abrir un Libro Guiness, el personal cada día se supera asimismo. Cada mañana me llegan los tres mil olores a colonias y perfumes distintos. Los tres mil olores a sobacos. Los olores a Naftalina de la ropa que se dejo guardada para el verano. Cada mañana las caras no son las de ayer. Cada mañana el metro se llena de periódicos gratuitos gracias al ejército de jóvenes que cada mañana se apostan en cada entrada metiéndote el diario por las orejas.
Pero vayamos al asunto de esta mañana.
Salgo del ascensor que me deja a pié de calle y veo llegar por mi izquierda a 220kms por hora a tipo joven de unos 23 años mas o menos, con un bastón largo de color azul tanteando fuertemente el pavimento. De repente se para y grita ¡¡ Oiga ¡¡ ¡¡ Oiga ¡¡ yo estaba a un metro de él, me acerco y le digo - ¡¡ Si, dime ¡¡ al tiempo que miro sus ojos, los tenia blancos - de esos que se ven en las películas de terror - y me dice en tono seguro y casi militar ¿ me da una ayuda por favor ¿. Me quedé perplejo, paralizado, aturdido y sorprendido, apenas reaccioné y dije si, toma - sacando lo que llevaba suelto, que no eran mas de 60 céntimos -. Me dio las gracias y siguió caminando como cuando le vi, a 220 kms por hora.
Me quede inmóvil y con cara de gilipollas y mas, cuando unos metros mas adelante vuelve a pararse y gritar ¡¡ Oiga ¡¡ ¡¡ Oiga ¡¡. La gente se para cerca de él con el ánimo de ayudarle. Y se repite el mismo acto.
Pero vayamos al asunto de esta mañana.
Salgo del ascensor que me deja a pié de calle y veo llegar por mi izquierda a 220kms por hora a tipo joven de unos 23 años mas o menos, con un bastón largo de color azul tanteando fuertemente el pavimento. De repente se para y grita ¡¡ Oiga ¡¡ ¡¡ Oiga ¡¡ yo estaba a un metro de él, me acerco y le digo - ¡¡ Si, dime ¡¡ al tiempo que miro sus ojos, los tenia blancos - de esos que se ven en las películas de terror - y me dice en tono seguro y casi militar ¿ me da una ayuda por favor ¿. Me quedé perplejo, paralizado, aturdido y sorprendido, apenas reaccioné y dije si, toma - sacando lo que llevaba suelto, que no eran mas de 60 céntimos -. Me dio las gracias y siguió caminando como cuando le vi, a 220 kms por hora.
Me quede inmóvil y con cara de gilipollas y mas, cuando unos metros mas adelante vuelve a pararse y gritar ¡¡ Oiga ¡¡ ¡¡ Oiga ¡¡. La gente se para cerca de él con el ánimo de ayudarle. Y se repite el mismo acto.
La ceguera quizás sea ese tipo de desgracia en el que los humanos la intuimos como extremadamente dura. Algo que jamás querríamos para nosotros. Por eso quizás seamos tan solidarios con quienes la padecen.
Después de ver aquello y repuesto de mi acción, decidí seguirle, ya que me sentí mas imbécil ante esa puesta en escena.
Aquel ¨ciego¨ tenía mucha vista, mucha cara, pocos escrúpulos, poca vergüenza y una gran carrera como actor. Dicen que en época de crisis, se agudiza el ingenio. También cuando el hambre acecha.
Le saqué estas fotos, para enriquecer este post y me fui al bar de casi siempre a tomar un café antes de comenzar la jornada, estaba a escasos metros de los acontecimientos. Le conté lo sucedido al camarero, que con el tiempo se ha convertido como de la familia, o como el amigo que te aguanta las chapas, o los comentarios que haces en voz alta, cuando lees una noticia que te jode o no te sorprende.
Ejemplo: Pedro, escucha esto ¡¡ Desaparecen cien kilos de cocaína de la comisaría de policía de Sevilla ¡¡ - risas cómplices -
Bien, pues le cuento lo del ´ciego¨ y me dice entre risas. ¡¡ Por aquí se le ve desde hace días ¡¡ cuando está la terraza llena, se tropieza fuertemente casi cayéndose y la gente le ayuda y saca pasta el cabroncete.
Me rió y pienso que a pesar de todo, me encanta que la puta vida me sorprenda, me tome el pelo y me deje sin palabras.
Después de ver aquello y repuesto de mi acción, decidí seguirle, ya que me sentí mas imbécil ante esa puesta en escena.
Aquel ¨ciego¨ tenía mucha vista, mucha cara, pocos escrúpulos, poca vergüenza y una gran carrera como actor. Dicen que en época de crisis, se agudiza el ingenio. También cuando el hambre acecha.
Le saqué estas fotos, para enriquecer este post y me fui al bar de casi siempre a tomar un café antes de comenzar la jornada, estaba a escasos metros de los acontecimientos. Le conté lo sucedido al camarero, que con el tiempo se ha convertido como de la familia, o como el amigo que te aguanta las chapas, o los comentarios que haces en voz alta, cuando lees una noticia que te jode o no te sorprende.
Ejemplo: Pedro, escucha esto ¡¡ Desaparecen cien kilos de cocaína de la comisaría de policía de Sevilla ¡¡ - risas cómplices -
Bien, pues le cuento lo del ´ciego¨ y me dice entre risas. ¡¡ Por aquí se le ve desde hace días ¡¡ cuando está la terraza llena, se tropieza fuertemente casi cayéndose y la gente le ayuda y saca pasta el cabroncete.
Me rió y pienso que a pesar de todo, me encanta que la puta vida me sorprenda, me tome el pelo y me deje sin palabras.
Se que estos hechos nos hacen mas desconfiados, tal vez y que nos lo pensaremos dos veces a la hora de dar unas monedas y que los perjudicados serán quienes realmente lo necesitan - Este sería un argumento, rancio, antiguo y sectario -. No será el mío, ni es el mío en este momento.
Lo digo, porque yo no tengo la vara de medir necesidades. Entiendo que cada uno se busca la vida como puede y como quiere. Eso sí, le di unas monedas sin que la punta de una navaja estuviera cerca de mi cuello.
Se las di, porque me dejó sin palabras y porque era la primera vez que veía a un ciego, con tanta vista.
¡¡ Ole sus huevos, a pesar de todo ¡¡.
Lo digo, porque yo no tengo la vara de medir necesidades. Entiendo que cada uno se busca la vida como puede y como quiere. Eso sí, le di unas monedas sin que la punta de una navaja estuviera cerca de mi cuello.
Se las di, porque me dejó sin palabras y porque era la primera vez que veía a un ciego, con tanta vista.
¡¡ Ole sus huevos, a pesar de todo ¡¡.
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