Parece ser que el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, ha presentado un decreto de Derechos y Deberes de los Alumnos que afectara a mas de 350.000 de los colegios públicos y concertados. Noticia...Al parecer la intención es de tratar de instaurar el orden ante el caos, que al parecer esta sucumbiendo en las aulas, no solo del País Vasco, sino las de prácticamente todo el estado.
Según consta, el deterioro en las relaciones de los alumnos con los alumnos, así como con los profesores, es un echo constatable. Eso es cierto. Pero ojo, no del todo. Me explico.
Estas normas que se adoptan, en cierta medida - y permítanme la expresión - son medidas exclusivamente incriminatorias hacia los alumnos. Esto me parece no solo injusto, sino una manera descarada de echar balones fuera. De no realizar una autocrítica. No solo al sistema educativo que se implanta - que por otra parte es deficitario en esta parte de Europa -. Sino una autocrítica, como sociedad. No olvidemos, que esos hijos que ahora van a las universidades y colegios, son el producto social que nosotros hemos construido. Por lo tanto, no solo merecemos otros códigos de conducta, sino una sanción en toda regla, por haber hecho las cosas mal.
Ahora no basta con decir, eran otros tiempos, la vida era distinta, teníamos lo que heredamos. Me niego a que sean los jóvenes, los culpables de esta sociedad hipócrita, estúpida y sin sentido que hemos creado en nombre del progreso o yo que se que.
Les hemos enviado al servicio militar para que aprendan a matar al prójimo, por una bandera o por un trozo de tierra. Les hemos dado " caviar " sino querían garbanzos. Les hemos introducido en el consumo despiadado, llevando a casa las marcas y las modas de Beverley Hill. Les hemos arrebatado la calle por una consola. Les hemos metido en el ciberespacio, para que no salgan de la habitación y no molesten. Les hemos hablado de familia, mientras a través de los muros escuchan los insultos de alcoba y ven los moratones al día siguiente. Le hemos obligado a ser mayores, para que estuvieran en las mesas de dialogo. Les hemos hecho creer en el futuro, mientras les dinamitábamos sus sueños para que realizaran los nuestros. Les hemos asesinado las ilusiones por nuestras propias frustraciones. Les hemos convertido en alimañas y ahora tratamos de cazarlas a golpe de decreto.
Todavía recuerdo a Don Plinio en el colegio Matías Montero, del barrio de Vallecas en Madrid. Todavía tengo en la mente, a aquel hijo de perra pegando con aquella vara, tan manoseada como una barra de club de alterne, por las manos de aquel maltratador de adolescentes. Implantando por decreto, palo y bofetada, el Cara al Sol, con el brazo en alto.
No era el único hijo de perra de aquel colegio, en los tiempos de pastillas de leche de burra. Pero aquello, aquella época, aquellos tiempos, tenían de alguna manera la “excusa” de la incultura. La cultura es la base universal y sagrada de un ser humano. Por eso lo primero que se asesina en las dictaduras, es la cultura. Esa es el eje del mal para cualquier régimen que quiera perpetuarse en el poder y la gloria.
Aquellos adolescentes, somos los padres de estos hijos que hoy se rebelan. Entonces….Si nosotros hemos sido los maestros principales. ¿ Que hemos hecho mal ?. Porque algo,desde luego, algo, hemos hecho mal
Porque no cabe discusión , nosotros somos los únicos culpables de que las aulas se llenen de miedos y rebeliones. Y sin embargo ahora somos incapaces de reconocerlo.
Tenemos, lo que hemos creado a golpe de mentiras piadosas. A golpe de egoísmo, a golpe de ignorancia y somos incapaces de tener dignidad para reconocerlo. Y ahora queremos silenciar a la alimaña que nosotros hemos amamantado. Queremos convertirlos en ciudadanos decentes, cuando la corrupción campa a sus anchas en todos los estamentos del estado. Incluso en su propia casa, hay a veces golpes de estado.
Queremos, que crean en el futuro, cuando destruimos el presente más cercano. Y después de todo ¿Que les dejamos ?
Según consta, el deterioro en las relaciones de los alumnos con los alumnos, así como con los profesores, es un echo constatable. Eso es cierto. Pero ojo, no del todo. Me explico.
Estas normas que se adoptan, en cierta medida - y permítanme la expresión - son medidas exclusivamente incriminatorias hacia los alumnos. Esto me parece no solo injusto, sino una manera descarada de echar balones fuera. De no realizar una autocrítica. No solo al sistema educativo que se implanta - que por otra parte es deficitario en esta parte de Europa -. Sino una autocrítica, como sociedad. No olvidemos, que esos hijos que ahora van a las universidades y colegios, son el producto social que nosotros hemos construido. Por lo tanto, no solo merecemos otros códigos de conducta, sino una sanción en toda regla, por haber hecho las cosas mal.
Ahora no basta con decir, eran otros tiempos, la vida era distinta, teníamos lo que heredamos. Me niego a que sean los jóvenes, los culpables de esta sociedad hipócrita, estúpida y sin sentido que hemos creado en nombre del progreso o yo que se que.
Les hemos enviado al servicio militar para que aprendan a matar al prójimo, por una bandera o por un trozo de tierra. Les hemos dado " caviar " sino querían garbanzos. Les hemos introducido en el consumo despiadado, llevando a casa las marcas y las modas de Beverley Hill. Les hemos arrebatado la calle por una consola. Les hemos metido en el ciberespacio, para que no salgan de la habitación y no molesten. Les hemos hablado de familia, mientras a través de los muros escuchan los insultos de alcoba y ven los moratones al día siguiente. Le hemos obligado a ser mayores, para que estuvieran en las mesas de dialogo. Les hemos hecho creer en el futuro, mientras les dinamitábamos sus sueños para que realizaran los nuestros. Les hemos asesinado las ilusiones por nuestras propias frustraciones. Les hemos convertido en alimañas y ahora tratamos de cazarlas a golpe de decreto.
Todavía recuerdo a Don Plinio en el colegio Matías Montero, del barrio de Vallecas en Madrid. Todavía tengo en la mente, a aquel hijo de perra pegando con aquella vara, tan manoseada como una barra de club de alterne, por las manos de aquel maltratador de adolescentes. Implantando por decreto, palo y bofetada, el Cara al Sol, con el brazo en alto.
No era el único hijo de perra de aquel colegio, en los tiempos de pastillas de leche de burra. Pero aquello, aquella época, aquellos tiempos, tenían de alguna manera la “excusa” de la incultura. La cultura es la base universal y sagrada de un ser humano. Por eso lo primero que se asesina en las dictaduras, es la cultura. Esa es el eje del mal para cualquier régimen que quiera perpetuarse en el poder y la gloria.
Aquellos adolescentes, somos los padres de estos hijos que hoy se rebelan. Entonces….Si nosotros hemos sido los maestros principales. ¿ Que hemos hecho mal ?. Porque algo,desde luego, algo, hemos hecho mal
Porque no cabe discusión , nosotros somos los únicos culpables de que las aulas se llenen de miedos y rebeliones. Y sin embargo ahora somos incapaces de reconocerlo.
Tenemos, lo que hemos creado a golpe de mentiras piadosas. A golpe de egoísmo, a golpe de ignorancia y somos incapaces de tener dignidad para reconocerlo. Y ahora queremos silenciar a la alimaña que nosotros hemos amamantado. Queremos convertirlos en ciudadanos decentes, cuando la corrupción campa a sus anchas en todos los estamentos del estado. Incluso en su propia casa, hay a veces golpes de estado.
Queremos, que crean en el futuro, cuando destruimos el presente más cercano. Y después de todo ¿Que les dejamos ?
La sociedad del miedo. Una sociedad a golpe de cámara vigilante en cualquier esquina. Una sociedad donde el color se pisotea. El país hermano se detesta. Una sociedad donde la mano se mira, solo para ver si lleva una guillotina. Una sociedad donde fumar mata, follar mata, comer mata, beber mata. Opinar mata.Una sociedad donde amar, mata.
Les enviamos al estércolero y nos lavamos las manos a fuerza de decretos y esconder en las cloacas de la conciencia, la cobardía más vil. Me da asco.
Les enviamos al estércolero y nos lavamos las manos a fuerza de decretos y esconder en las cloacas de la conciencia, la cobardía más vil. Me da asco.
