Estábamos preparados para verle. Ver como era y que tal se lo hacia. Cuando entró y vimos aquel ejemplar, intuíamos que el rato que estuviéramos con él merecería la pena. Observar como se movía donde había que moverse y demostrar esa bravura, ese empuje, esa planta. Pero todo se torció en el minuto uno de haber salido. Nos vio y como si tal cosa saltó intentando embestirnos. No podíamos imaginar que ese de negro nos atacaría. Menos mal que un blanco saco de su bolsillo la navaja y se la clavó cuatro veces al menos. ¡¡ Pavernosmatao ¡¡