La conferencia de la FAO concluye con una obviedad: la agricultura emerge de nuevo como un problema mundial primordial debido a la fuerte carestía de los alimentos y a la necesidad de un incremento de la producción de al menos un 50% de aquí a 2030. Tal vez se ha menospreciado la importancia del campo, pero resurge con total virulencia ante el agravamiento de la escasez alimentaria, el alza de precios de cereales básicos y la falta de ayuda del Primer Mundo. Porque si algo se ha evidenciado en Roma, una vez más, es la miopía y el egoísmo de los países más desarrollados a la hora de pasar de las buenas palabras a lo concreto. Sin embargo, es justo reconocer como positiva la generosidad de Francia al comprometer 1.000 millones de euros en ayudas y de España, con 500 millones. La cuestión es que estos compromisos la mayoría de las veces no llegan a buen puerto o se desvanecen. Como botón de muestra basten los ocho objetivos del desarrollo del Milenio, suscritos por la ONU en 2000, para reducir a la mitad la pobreza extrema en 2015, una meta ya prácticamente inalcanzable, o lo que se apalabra en las cumbres del G-8. En este panorama crítico destacan los biocarburantes como fuentes alternativas de energía, sustitutivos del caro petróleo, pero con el efecto de perjudicar a la agricultura del Tercer Mundo con los subsidios que reciben los productores de los países ricos. De poco servirán los compromisos de ayuda si no se pone fin al proteccionismo imperante.
190 veces más gasto en armas que en luchar contra el hambre
Los gobiernos destinaron casi 850.000 millones de euros a gasto militar, pero en la pasada cumbre de la FAO se comprometieron a aportar 4.500 millones para luchar contra las hambrunas.
El gasto militar en el mundo alcanzó en 2007 la cifra de 847.500 millones de euros, un seis por ciento superior a la del año anterior y un 45 por ciento superior a 1998, según revela el informe anual de 2008 del Instituto Internacional de Investigación para la Paz (SIPRI), con sede en Estocolmo. Esta cantidad supone casi 190 veces las ayudas comprometidas por los gobiernos en la última cumbre de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para paliar la actual crisis alimentaria.
Estados Unidos, por sí solo, representó el año pasado el 45% del gasto militar en todo el mundo, muy por encima de países como Reino Unido, China (37,8 millones) o Francia (33,9). España ocupa el decimoquinto lugar de la lista de quince países con más gasto militar del mundo. El informe del SIPRI destaca también que las ventas de armas aumentaron un 8% entre 2005 y 2006. El gasto militar ha aumentado un 45% en todo el mundo en los últimos diez años.
Estas cifras contrastan con las cantidades aprobadas la semana pasada en la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, celebrada en Roma bajo el patrocinio de la FAO, en la que los delegados anunciaron un incremento en 4.500 millones de euros de sus donaciones para combatir el hambre, promover el desarrollo agrícola y paliar la situación generada en gran parte del mundo, especialmente en los países pobres, por el auge del precio de los alimentos.