Alberto tiene quince años y parálisis cerebral. Hace días se enteró de que no iba a ir de excursión con sus compañeros del colegio ourensano de Mende porque no había quien se encargara de él. Y Alberto, que tiene una discapacidad pero también sentimientos, se enfadó y le dijo a su padre: «Si no sirvo para ir de excursión, no sirvo para ir al colegio». Ayer, con la mochila colgada de su silla de ruedas, se plantó delante del autobús. Fue un envite por tener que quedarse en clase, como los alumnos castigados. El director, que no quiso hacer declaraciones, salió del colegio para recordarle al padre: «Ya te dije que tu hijo no iba». La familia explica que, según el centro, las cuidadoras se negaban a ir porque la salida excedía su horario: «E enténdoas. Están no seu dereito. Pero que a dirección ou a Administración manden a outra persoa para que o cativo poida ir». Y aparecieron las cámaras. Que el caso saliera a la luz pública arregló en minutos un problema que se arrastraba desde hacía días. Una llamada de Educación, a raíz de la presencia de medios de comunicación, hizo subir a Alberto en el bus. ¿Y mañana?
Bukoowski dice: Es la tristeza de cada dia, la impotencia de siempre.. no estoy de acuerdo con la palabra MINUSVALIA... Barreras arquitectonicas y barreras Humanas..estas son las mas sangrantes.